domingo, 26 de septiembre de 2010

Desastres ¿naturales?


Año con año, durante la temporada de huracanes, siempre nos solidarizamos con aquellas poblaciones costeras a las que, desafortunadamente, les pega un huracán y sufren sus consecuencias. Poblaciones que invariablemente se inundan, gente que pierde todas sus pertenencias, sus casas e incluso tienen la desgracia de tener familiares fallecidos.

Me parece que podríamos minimizar bastante los efectos que deja un huracán si tuviéramos una cultura de la prevención de desastres. Pero mientras haya camiones que llevan víveres a los damnificados con el nombre del gobernador en letras grandes (como si fuera él exclusivamente el que ayuda y se solidariza) jamás la vamos a tener. Los damnificados tienen un enemigo peor que los huracanes y se llama corrupción.

¿Qué pasa si empezamos con un proyecto que permita reubicar a toda la gente que vive en la costa en otro lugar de tal manera que no le afecte tanto los huracanes?, ¿Qué sucede si se implementa simulacros periódicos de desalojo?, ¿Qué sucede si se hacen trabajos de drenaje bien hechos y no a medias o mal hechos para chingarse parte del presupuesto para seguir “en la plenitud del pinche poder”?, ¿Qué sucede si implementamos controles efectivos para vigilar que realmente la ayuda llegue a quien la necesite?

Y los huracanes me sirven simplemente como botón de muestra. No se sorprendan si siguen sin capacitar perfectamente a los pilotos que transportan a funcionarios públicos después de la muerte de Mouriño. No se sorprendan si todas las guarderías del país siguen sin cumplir con todas las medidas de seguridad después del fallecimiento de 49 niños en Sonora. No se sorprendan si se continúa con predios irregulares y construcción de viviendas con materiales baratos e inseguros después del terremoto de 1985. No se sorprendan si las minas del país siguen sin medidas de seguridad después de la muerte de los mineros en Pasta de Conchos.

Necesitamos urgentemente de una cultura de la prevención de desastres naturales y, sobretodo, de los no naturales que esos sí para que vean están exclusivamente bajo nuestra responsabilidad. O veremos año con año escenas como las de Veracruz, Tabasco, Oaxaca o bien como la guardería ABC, La minería Pasta de Conchos, los desplomes de aeronaves y helicópteros con secretarios de gobernación, empresarios y diputados dentro. Ahi les encargo.

2 comentarios:

El Agus dijo...

¿Siguen crudos por el megapuente verdad jijos?

Jaime Rivera dijo...

Yo pienso igual que tú. En Xalapa, Veracruz, la ciudad donde crecí, hay un par de colonias que cada año se inundan. Cada año la gente pide ayuda y hay que ir a darles asistencia.

Yo siempre pienso que el problema se arreglaría con mejor planeación para las nuevas áreas urbanas, y obviamente, reubicando a las personas que viven en zonas donde se sabe que periódicamente ocurren desastres.

Por desgracia, es un sueño guajiro. Por una u otra cosa, no es posible llevar a cabo esta idea en el mundo real. Por un lado, hay personas que se niegan a dejar su terruño por la razón que gustes y mandes. Por otro lado, los planes de reubicación muchas veces no son los mejores, puesto que no remuneran a los dueños de terrenos con una cantidad suficiente para comprar un terreno comparable, o por miles de razones similares.

De todos modos, tu idea es brillante, a pesar de que sea tan difícil llevarla a cabo.